«Es peligroso el uso de lentillas en aguas dulces que no estén cloradas, ya que el riesgo de adquirir una infección corneal es muy elevado»
El verano es una ocasión magnífica para disfrutar del aire libre, estar en contacto con el agua, bien sea de mar o piscina, así como realizar actividades deportivas fuera de casa o en el gimnasio. Pero durante esta época, debemos cuidar nuestros ojos. Tenemos que tener en cuenta que en verano hay tres agentes que pueden ser problemáticos para los ojos: el sol, los agentes irritantes como el cloro de las piscinas o el agua salada, y los agentes que puedan inducirnos infecciones o alergias en los ojos.
Explicamos cada uno de estos aspectos y cómo protegernos de estos problemas:
1. El sol
La intensidad de la luz solar, con sus rayos ultravioleta en particular, es causante de patologías oculares. En particular, a nivel macular, de la conjuntiva y finalmente del cristalino. Las consecuencias inmediatas son la irritación de los ojos (causada por los rayos ultravioleta), incluso a nivel de conjuntiva y de la córnea. Las lesiones a nivel macular ocurren al cabo de muchos años, cuando la reiterada exposición al sol puede agravar una degeneración macular. Finalmente, el riesgo de cataratas aumenta con la exposición solar. La defensa frente a todas estas potenciales lesiones es la misma: el uso de gafas adecuadas de sol. Estas gafas deben ser de una intensidad suficiente de filtro para que no penetren los rayos ultravioletas al interior del ojo y, además, tener un grado de oscurecimiento adecuado para que nos evite la sensibilidad a la luz. Esta última es muy variable según las personas, y puede requerir desde la perspectiva del confort distintos niveles de oscurecimiento dependiendo de la persona y del lugar en el que esté. Recomendamos en verano el uso de gafas de sol con protección ultravioleta total (grado C) con oscurecimientos de tipo gris oscuro. Para los que usan gafas de hipermétrope pueden ser tal vez mejor en tonos verdosos, y para los que son miopes en tonos amarillentos o ámbar.
Hay que tener en cuenta que las gafas que no tengan buena protección ultravioleta pueden agravar el daño causado por la penetración de esta luz en el ojo. El oscurecimiento de los cristales de la gafa favorece una mayor apertura de la pupila y con ello una entrada masiva de ultravioleta, aún mayor que sin ellas. Con ello se produce un aumento de las lesiones del ojo. Por tanto, hay que comprar siempre las gafas en establecimientos que acrediten que los productos siguen la normativa legal vigente para el cuidado de los ojos y que tengan marca CE auténtica.
2. Irritaciones causadas por agentes ambientales, agua o viento
Básicamente, también vamos a aliviar estos problemas con gafas de sol. Es casi imposible evitar la tóxicidad del cloro y de las sustancias que se utilizan para mantener debidamente higiénicas las aguas de piscinas, por lo que es aconsejable siempre el uso de gafas de buceo o anteojos de natación para momentos de baño con períodos de tiempo prolongados. Esto afecta también al agua de mar, que también es irritante para los ojos, pese a que habitualmente en nuestro país nunca tiene sustancias tóxicas. A este respecto, las playas con bandera azul garantizan la higiene de estas aguas y son las más recomendables. No obstante, hay que recordar que el agua de mar, si no es en exceso salina, es buena para los ojos en general por su elevada osmoralidad. Contribuye así a lavar la conjuntiva del exceso de grasa o de contaminantes.
Las gafas de sol también son útiles contra el viento y agentes ambientales como el polvo, tan frecuentes en algunos ambientes con arena. Además, aportan un confort extra a la protección.
3. Alergias y contaminantes
Las conjuntivitis infecciosas pueden ocurrir en las piscinas como consecuencia del baño de personas afectadas por determinadas conjuntivitis virales. También puede suceder por las condiciones higiénicas del agua, que no son adecuadas. Por ello, la cloración del agua o su filtraje con luz ultravioleta es esencial para eliminar los gérmenes de las mismas. En general, las piscinas públicas en España tienen un buen mantenimiento, pero siempre es conveniente tomar precauciones en casos donde el baño se localiza en aguas dulces cerradas, como lagos o ríos. En este punto, es especialmente peligroso el uso de las lentillas durante el baño. Los usuarios de lentillas no deberían utilizarlas para bañarse en aguas dulces que no estén cloradas, ya que el riesgo de adquirir una infección corneal es muy elevado. Hay que recordar que este riesgo se eleva a 1 entre 2.000 usuarios, por año. Un hecho que convierte a esta infección corneal, queratitis, en una de las patologías más frecuentes que complica el uso de lentes de contacto. A esto se añade la gravedad de la queratitis, que puede causar cicatrices corneales y hasta ceguera corneal solo tratable, por lo general, con un trasplante de córnea.
Por último, recordemos cuidar nuestros ojos en verano, tomando las medidas preventivas adecuadas. No usemos lentillas durante el baño en aguas dulces o en piscinas, y procuremos protegernos del sol con gafas adecuadas. Nuestra salud visual nos lo agradecerá.
Catedrático de Oftalmología de la Universidad Miguel Hernández
Vissum Instituto Oftalmológico de Alicante, Grupo Miranza