El enrojecimiento ocular de causa no patológica es un hecho muy frecuente. Su incidencia está hoy incrementada por actividades tales como la dedicación frecuente y durante horas a los monitores de visualización de datos, pantallas como las de los teléfonos móviles y por otras actividades que generan desecación ocular. A esto se añade la frecuencia del ojo seco evaporativo vinculado a múltiples factores, incluidos el estrés y actividades tales como la lectura y el cansancio que motivan una vasodilatación conjuntival que ocasiona ese molesto enrojecimiento ocular, con frecuencia asociado a sensación de pesadez y fatiga visual. Asimismo, actividades de ocio deportivo al aire libre, la permanencia en locales cerrados con poca ventilación o la falta de sueño pueden generar con frecuencia este enrojecimiento ocular que, como se ha dicho anteriormente, puede ser sintomático o sintomático, pero no vinculado a una patología de las propias del Síndrome de Ojo Rojo. Una limitación que existe para el tratamiento de esta disfunción, sintomática o no, que genera enrojecimiento ocular no patológico, son los colirios vasoconstrictores que existen para su tratamiento.
Estos colirios pueden actuar estimulando los receptores alfa-1 o alfa-1/alfa-2 (mixtos), causando vasoconstricción de las arteriolas, que potencialmente pueden verse asociados a hipoxia conjuntival y la consecuente y reactiva vasodilatación secundaria. El disponer de moléculas altamente selectivas para el tratamiento de esta molesta inconveniencia de la superficie ocular resulta en la práctica muy conveniente. Las lágrimas artificiales mejoran tan solo aquellos que tienen una desecación ocular, pero incluso en estos el enrojecimiento puede no desaparecer con el uso de este tratamiento lubricante. Las moléculas agonistas selectivas de los receptores adrenérgicos alfa-2 causan principalmente constricción de las vénulas y se espera menor asociación de su uso a las antes citadas complicaciones1,2. El disponer de este tipo de colirios altamente selectivos resulta una ventaja obvia en los casos de enrojecimiento ocular no patológico, puesto que en estos casos obviamente, los corticoides están contraindicados al no existir ninguna patología especifica que lleve a este enrojecimiento ocular. Las lágrimas artificiales suelen no ser suficientes para aliviar este enrojecimiento y sus síntomas asociados.
Hasta ahora, no existía ningún medicamento tópico que pudiera usarse con seguridad y eficacia en el control del enrojecimiento ocular de causa no patológica. Los vasoconstrictores “clásicos” (fenilefrina, nafazolina, etc.) no han tenido prestigio entre los oftalmólogos por los efectos secundarios asociados a su empleo. No existía además hasta la fecha, evidencia suficiente para recomendar ninguno de los vasoconstrictores actualmente existentes en el mercado europeo y, además, porque pueden enmascarar procesos patológicos, tales como uveítis, conjuntivitis o queratitis, patologías reales del Síndrome de Ojo Rojo, de base patológica real. La disposición ya en el mercado europeo de un colirio alfa-2 agonista altamente selectivo tal y como el LUMOBRY®, que estimula la vasoconstricción de las vénulas y que, en mi opinión, esta suave vasoconstricción hace que se pueda utilizar probablemente sin temer el enmascaramiento de ninguna patología relevante de la superficie ocular, resulta un hecho relevante para aquellos pacientes aquejados del molesto enrojecimiento ocular no patológico. Estudios que han precedido a su aparición en el mercado europeo3,4 han confirmado y aportado evidencia científica acerca de la efectividad de su uso. Este colirio, que puede denominarse “de confort”, puede ser utilizado ocasionalmente cuando eventualmente se considere necesario, aunque siempre con las adecuadas instrucciones de uso, en los casos en los cuales no existe evidencia de patología ocular que pueda ser responsable del enrojecimiento ocular.
Diversos estudios3,4 han confirmado la eficacia suficiente para poder aportar confort sintomático y eliminación del enrojecimiento al paciente hasta 8 horas. La eliminación del enrojecimiento ocular tan molesto en la vida personal, la desaparición de los síntomas de sensación de ojo irritado y con sensación de cansancio que la acompaña en ocasiones, y el inadecuado aspecto estético que puede aportar a quienes tras horas de trabajo aparecen con los ojos rojos o que regresan un día tras una reunión de amigos con aspecto de ojos enrojecidos son, entre otras, ocasiones en las cuales pueden encontrarse en el uso de este tipo de colirio un instrumento conveniente para mejorar el confort de muchos de nuestros pacientes.
Personalmente, encuentro estos colirios útiles y eficaces. Yo he sido usuario ocasional de los colirios vasoconstrictores debido a que tengo una sensibilidad especial en la superficie ocular que se me irrita con facilidad ante estímulos diversos. El colirio de tartrato de brimonidina 0,25 mg/ml constituye una aportación a la clínica del individuo no patológico, de pacientes con disfunción de superficie ocular como complemento a su tratamiento del ojo seco y, en general para aquellos que necesitan eliminar el enrojecimiento ocular que ocurre en muchas ocasiones de un modo no controlable, patológicamente banal pero sintomáticamente molesto e inoportuno para muchas personas. Su efecto de blanqueamiento conjuntival significativo2,3 no asociado a fenómenos de taquifilaxia2-4, la inducción de una suave miosis que mejora la calidad visual5, todo ello de hasta 8 horas de duración y sin efecto rebote, hacen de este colirio, junto con su excelente tolerancia un producto idóneo de uso ocasional para mejorar el confort ocular.